Patricia McGill participa como narradora oral en el Plan de Fomento desde 2008. Ha contado para niños y adultos en Casas de Don Pedro, Salvaleón, Burguillos del Cerro, Navalvillar de Pela, Orellana la Vieja, Montijo y La Nava de Santiago.
En sus sesiones, el público participa activamente y como recursos, emplea la voz y algún libro. McGill escoge cuidadosamente el repertorio de acuerdo a quien tiene delante para que la historia llegue donde tenga que llegar y cada uno extraiga sus propias conclusiones. Como resultado se obtiene, por lo general, un alto grado de satisfacción tanto por parte de alumnos, bibliotecarios y maestros así como de los adultos que han tenido oportunidad de escucharla.
Nos gustaría que nos contases tus principios. ¿Cuando comienzas a contar?
Lo he dicho en otras ocasiones, pero lo volveré a decir: el empezar a contar fue fruto de una casualidad, como casi todo. Paseaba por la calle Gran de Gràcia cuando se me ocurrió comprarme una libreta de dibujo (para escribir, eh, que yo de dibujar, nada); al salir de la tienda, vi en un rincón propaganda de un taller de cuentos. Pasaba entonces por uno de esos momentos vitales en los que hacer talleres está bien, y lo hice. El taller me llevó a una maratón, la maratón me acercó a personas que narraban. Cada cual con su estilo, con sus convicciones, como debe ser. De esos narradores empecé a aprender, y espero seguir aprendiendo (en la medida de mis posibilidades, ya que el aprendizaje no es lineal ni continuo); alguno de ellos jugó el papel de maestro. Y es que en este oficio, como en tantos otros, creo que sigue haciendo falta el tándem maestro-aprendiz, entre otras razones porque no existe en estos momentos una formación académica específica para el narrador oral.
Así que en el año 2001 empecé a contar. Al principio, acompañada; después, sola. Desde 2004, dejé mis otros oficios y me dediqué solo a los cuentos. Había tenido formación teatral, pero casi nunca había podido ejercer.
Me gustó la indefinición y flexibilidad de la narración oral, que a veces es un arte escénico y otras veces, un acto íntimo, pero que cuando es un arte escénico debe recrear la intimidad, lograrla con el público, por numeroso que éste sea. Acordemos ahora que estamos hablando de la narración oral como arte escénico.
¿Qué necesitas para realizar una sesión de cuentos?
Y llego aquí al qué necesito para realizar una sesón de cuentos: ME necesito, necesito que el espacio me sea propicio de alguna manera (si no lo es a priori, hay que intentar transformarlo), necesito sentirme cómoda con lo que voy a decir (uno no siempre dice lo mismo aún contando el mismo cuento), y con quien me va a ver y a escuchar. En este sentido, es interesante que el espacio juegue a favor: sillas cómodas, buen sonido (tanto si es amplificado como si no lo es), sala acogedora, luces bien graduadas.
¿Crees que las bibliotecas son lugares adecuados para contar y escuchar historias?
He contado en bibliotecas, centros cívicos, escuelas, bares, plazas… y es difícil decir que un lugar es el adecuado para contar y escuchar historias. Creo que todos los lugares pueden serlo, pero en algunos casos hay que hacerlo. El público normalmente entiende qué es lo deseable para otras artes como el teatro, la danza, la música, el circo… y está en nuestras manos que también lo entienda para la narración oral. Cualquiera de estos espectáculos podría darse en una biblioteca, pero hay que acondicionar el espacio y preparar al público. La biblioteca debe estar preparada para recibirlo y nosotros, narradores, convencidos del espacio que pisamos.
Desde 2010 contamos contigo como narradora del Plan, ¿qué ha significado para ti tu paso por el Plan de Fomento de Lectura?
El Plan de Fomento de Lectura es un proyecto perfectamente ideado y mimado en el que todos los detalles muestran hasta qué punto existe implicación de las partes. Bibliotecarios, coordinadoras, público, narradores… desean el encuentro y lo convierten en un suceso rico y entrañable. ¡Larga vida al Plan!
